SANTUARIO LOS GATITOS DE NÍA

Hace ya algunos años, allá por el 2014 cuando vimos en la calle al que sería nuestro primer gatito de Nia, SULI, soñábamos con recuperarlo, buscarle unas manos que lo quisieran para siempre y un hogar en el jamás volviese a pasar hambre, sed, y frío. Así pasó con Kuro, Tibby, Vladi, Zazú, Monti, Roque, Ajolí, Julio, Salem, Howard y otros cientos que han formado parte de nosotras. Algunos ni siquiera pudieron pasar unas horas porque el estado en el que nos lo encontramos así no lo permitía. El resto que sí tuvieron la gran fortuna de salir adelante tuvieron dos destinos, ambos llenos de amor incondicional. Uno de ellos fue formar parte para siempre de lo que hoy llamamos "Los Gatitos de Nia".

Y es que, como sabéis, no todos ellos gozan de buena salud, no todos ellos gozan de un pelaje blanco y sedoso, no todos ellos tienen los ojos claros, y no todos ellos tienen la suerte de ser negativos a dos de los hándicaps que le condicionan para siempre.

Un gato negro también merece tener una familia, una gata carey también merece que la quieran, un bebé positivo a leucemia también quiere ser parte de ti, y otro con inmunodeficiencia no entiende que ya no le quieras únicamente por las marcas de un test.

Es por ello que muchas de nuestras criaturas llevan escrito en sus ojos el "nunca voy a ser adoptado" porque mi pelo es corto y negro, el "nunca voy a ser adoptado" porque mi cara tiene tres colores y no es vistosa para el humano, y el "nunca voy a ser adoptado" porque el resultado de un test así lo decidió.

Nosotras queremos sin condiciones, amamos sin poner precio ni etiquetas a sus vidas, por eso soñábamos con tener lo que pedimos que sea posible con la ayuda de todos: EL SANTUARIO DE NIA.