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Educación Creadora: Nuestr@s peques quieren seguir creciendo

Las niñas y niños de El Árbol de Ayelén quieren seguir disfrutando en sus talleres de Educación Creadora. Necesitamos ayuda para poder facilitar estos talleres durante un curso más.

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Categoria

Educación Infancia

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Publicat: 11 de set. 2018

"El niño no dibuja para comunicar. No dibuja para mostrarnos algo. Dibuja para construir un mundo que es suyo, sólo suyo, libre de cualquier intrusión" (Arno Stern)

En El Árbol de Ayelén creemos que otra educación es posible, que el respeto a los ritmos de las niñas y niños es fundamental. Enmarcado en este tipo de educación, hemos tenido durante años contacto con la Educación Creadora de Arno Stern; ahora corremos el riesgo de perder estos talleres que tanto aportan a las niñas y niños que acuden a nuestro espacio; esas niñas y niños que creen que un mundo mejor es posible. A continuación os explicamos brevemente la historia de Arno Stern y en que consiste su mirada.

La historia de Arno Stern comienza al final de la Segunda Guerra Mundial cuando, le ponen al cuidado de un grupo de niños, huerfanos de guerra, en un horfanato suízo. Debido a su inexperiencia y a su falta de cualquier formación sobre niños, no tiene mejor idea que ponerlos a dibujar de forma libre para mantenerlos entretenidos, resultando tal actividad con un éxito inesperado, que le anima a continuar con la experiencia abriendo un taller de pintura en París.

Los descubrimientos iniciales que Arno va haciendo en torno al dibujo infantil y los niños, le llevan a iniciar un periplo por todo el planeta, en busca de tribus que en pleno siglo XX no hayan tenido todavía contacto con la civilización occidental. Arno está buscando, con estas investigaciones,  la confirmación de lo que él ha creído descubrir con sus experiencias iniciales en el horfanato suízo y en su taller de París, y que dará lugar a lo que él ha llamado la Formulación.

La idea que está detrás de la Formulación es que todos los seres humanos tenemos una “memória orgánica” que es universal y que se expresa a través del dibujo libre y espontaneo. La constatación de esto vino dada por la comprobación realizada por Arno en estos viajes por todo el mundo, de que niños y adultos realizaban las mismas figuras y dibujos en todas partes.

Paralelamente a esto, sigue trabajando en su “Closlieu“, que es el espacio por excelencia donde se desarrolla la Formulación. El Closlieu es un lugar cerrado, preparado y diseñado para favorecer la emergencia de la Formulación en cada uno. Un espacio donde personas de diferentes edades, niños y adultos, se sienten libres para desarrollar el juego de pintar libremente, sin juicios, sin inhibiciones y sin competición. Sin pretender nada, con la pasión que produce realizar una actividad por el placer que proporciona la actividad en sí misma, sin esperar recompensa ni fruto alguno de dicha actividad. Arno reniega de que lo que allí se produce tenga nada que ver con el arte. Nada de lo que allí se hace, es hecho para ser exhibido ni pretende transmitir mensaje alguno. “Es importante, para su equilibro, que la persona tenga la posibilidad de escapar a la vigilancia de su razón para entregarse a un acto no intencional“, dice Arno.

No solo el espacio, también será imprescindible  la relación del adulto con el niño. Arno explica emotivo que la relación con los niños puede ser de gran placer. Para que esto ocurra es necesario crear la ocasión para encontrarse con ellos de otra manera: proponiendo un juego y adoptando en él el papel de asistente, no de enseñante. Y consecuencia indispensable, suprimiendo todo aquello que perjudique al juego con el trazo natural.

El Árbol de Ayelén, un espacio para crecer

La palabra Ayelén significa sonrisa, alegría, rescatada de la lengua mapuche, nos acerca lo más sagrado y característico de la infancia.

El  Árbol de Ayelén, “El árbol que sonríe”, se muestra alegre, y cree que los cambios son necesarios y posibles.

Es un árbol joven, que de momento tiene agua suficiente para creer que algún día será grande. Es también optimista y confía en la vida. Confía en que sus raíces se agarrarán a la tierra con firmeza. Con ellas podrá sonreír a los más pequeños con los que su sonrisa se hará aún más grande. A su lado le gusta que estemos compartiendo este sueño, porque su energía nos guía por senderos de aire y libertad y porque así sus hojas nos recuerdan que está vivo.

También significa un cambio, significa apostar por lo no establecido, por lo no convencional, por lo alternativo. Muchas veces este camino puede dar miedo, pero será un camino seguro, donde los niños podrán ser niños, y hacer lo que mejor saben hacer: jugar, jugar y jugar.

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